Pandemia y habitar III: Angela Giglia
La investigadora Angela Giglia participó en un Seminario Virtual de Las ciudades y el COVID19 el 28 y 29 de abril, organizado por la UNAM.
La ponencia Repensar las ciudades desde el Encierro, destaca que las medidas de distanciamiento social suponen una ruptura con lo más característico de las ciudades: la aglomeración.
"Nunca la cercanía física había sido objeto de un repudio tan fuerte como lo es ahora, cuando el contacto físico se ha convertido en una fuente de miedo que nos impone estar alertas", dice. El miedo al contagio. El miedo al contacto.
El espacio público convertido en espacio vacío, en una heterotopía, aspira a representar la ausencia de personas, de contacto, de contagio. Suplantado desde el encierro doméstico, donde las reuniones se realizan por dispositivos virtuales, "el espacio público ya no sirve como mediador de encuentros".
Acondicionar el espacio doméstico, supone por un lado, reconocer la plasticidad del mismo. Y por otro lado, como un marcador de desigualdad social. No todos disponen de espacios domésticos adecuados, ni para el descanso, el teletrabajo, el encierro, el recupero.
Los ambulantes, dice, son aquellos que contribuyen a la reproducción de la vida doméstica: los deliverys, junto a los transportistas de servicio público, de alimentos, policía y personal de salud. Por ello propone reflexionar no sólo en la habitabilidad de la vivienda, sino de "la distribución del servicio urbano", concibiendo la vivienda articulada al entorno urbano.
Delinea dos pendientes de investigación: los que reacomodaron los espacios domésticos al encierro, y los que ambularon en las "funciones esenciales".
Fuente.
#angelagiglia #espaciodoméstico #espaciopúblico #pandemia #habitar
La ponencia Repensar las ciudades desde el Encierro, destaca que las medidas de distanciamiento social suponen una ruptura con lo más característico de las ciudades: la aglomeración.
"Nunca la cercanía física había sido objeto de un repudio tan fuerte como lo es ahora, cuando el contacto físico se ha convertido en una fuente de miedo que nos impone estar alertas", dice. El miedo al contagio. El miedo al contacto.
El espacio público convertido en espacio vacío, en una heterotopía, aspira a representar la ausencia de personas, de contacto, de contagio. Suplantado desde el encierro doméstico, donde las reuniones se realizan por dispositivos virtuales, "el espacio público ya no sirve como mediador de encuentros".
Acondicionar el espacio doméstico, supone por un lado, reconocer la plasticidad del mismo. Y por otro lado, como un marcador de desigualdad social. No todos disponen de espacios domésticos adecuados, ni para el descanso, el teletrabajo, el encierro, el recupero.
Los ambulantes, dice, son aquellos que contribuyen a la reproducción de la vida doméstica: los deliverys, junto a los transportistas de servicio público, de alimentos, policía y personal de salud. Por ello propone reflexionar no sólo en la habitabilidad de la vivienda, sino de "la distribución del servicio urbano", concibiendo la vivienda articulada al entorno urbano.
Delinea dos pendientes de investigación: los que reacomodaron los espacios domésticos al encierro, y los que ambularon en las "funciones esenciales".
Fuente.
Comentarios
Publicar un comentario